En el cuerpo del paciente en cambio, queda una pequeña bolsa que además de limitar la cantidad de comida, hace que el individuo deba incorporar un nuevo hábito alimenticio: es necesario que mastique mejor e ingiera de forma más lenta. Así evitará que se presenten vómitos y molestias como pesadez o la sensación de la comida descendiendo por el tubo digestivo.
El estómago podría estirarse: si el paciente no incorpora la alimentación recomendada por el nutricionista, y por el contrario, continúa comiendo en las mismas proporciones, éste comienza a estirarse de nuevo para aumentar la capacidad de recepción. Con el aumento de tamaño, la persona nuevamente puede caer en el sobrepeso e ingerir incluso más calorías que en un principio. No obstante, recordemos que la demanda de alimentos es mucho menor no solamente porque el estómago es más pequeño, sino porque en este órgano se genera la hormona que produce el hambre.
Entonces, al tener aproximadamente un quinto de espacio para almacenar alimentos, también cae proporcionalmente la demanda de comida. Por esta destacada característica de la manga gástrica, es que la palabra “dieta” no debe asustar a los pacientes. Su propio cuerpo se saciará más rápido con pocas cantidades y ya no sentirá hambre tan frecuentemente.
Es recomendable que el usuario complemente la dieta con ejercicio físico.
Piel sobrante: dependiendo de la genética del paciente, es común que la piel quede flácida en determinadas partes del cuerpo: papada, abdomen, brazos, piernas, glúteos, entre otros. Se resuelve sencillamente con una liposucción o liftings según la zona a tratar del cuerpo. Además, con la radiofrecuencia también es posible solucionar la flacidez.